La suspensión de las operaciones de cruceros a nivel mundial junto con la reducción de la actividad comercial de la industria marítima debido a la crisis sanitaria y económica provocada por el coronavirus (COVID-19), ha afectado también a muchos sectores económicos, incluido el sector de la construcción naval.
Los astilleros de todo el mundo están luchando por mantener sus negocios a pesar de la incertidumbre planteada por la actual crisis mundial. Además, son considerados en su mayoría “empresas esenciales”, eximiéndolos de las directivas de seguridad pública.
A nivel internacional, los astilleros han ido tomando sus propias medidas en función de la situación o etapa actual que vive cada país en la lucha contra el virus. Por ejemplo, la italiana Fincantieri ha suspendido las actividades de producción de todas sus factorías navales desde el pasado 16 de marzo, mientras que en España Navantia redujo todos sus programas de construcción a actividades esenciales al tiempo que pidió a sus administrativos que trabajaran desde casa. En Francia, el astillero Chantiers de l’Atlantique ha reducido la actividad de construcción naval desde mediados de marzo, manteniendo las funciones administrativas con el teletrabajo. Por el contrario, el astillero alemán Meyer Werft continúa con su actividad habitual pero con ciertas restricciones y medidas de prevención.
Compañías de cruceros
Las compañías de cruceros tienen una de las carteras de pedidos de construcción de nuevos buques más grandes; sin embargo, tras la suspensión de sus operaciones han tenido que reducir de manera inmediata sus gastos de capital a corto plazo. Por ejemplo, la compañía de cruceros Carnival tiene previsto reducir sus gastos en 500 millones de dólares (sobre los 457 millones de euros), mientras que Royal Caribbean podría retrasar aproximadamente 1.400 millones de dólares (unos 1.280 millones de euros) en gastos.
Por tanto, una parte importante de estas reducciones afectará no solamente a los astilleros sino también a contratistas y suministradores, y todo ello a pesar de que algunos buques podrían necesitar algún trabajo técnico o varada para cumplir con los requisitos exigidos por la sociedad de clasificación. Uno de los ejemplos es el de Navantia que antes de su parón obligado, fruto de esta crisis sanitaria y económica, ya había empezado los trabajos de conversión, valorados en 200 millones de dólares (casi 183 millones de euros), del crucero “Carnival Triumph” en el “Carnival Radiance”.
Las compañías de crucero tienen más de 8.000 millones de dólares (sobre los 7.300 millones de euros) invertidos en la construcción de nuevos buques cuya entrega está programada para este año, así como una cartera de pedidos valorada en más de 60.000 millones de dólares (casi 55.000 millones de euros) para los próximos siete años.
Mientras que la construcción naval siga afectada, todas las compañías de crucero utilizarán la financiación de créditos a la exportación cuando quieran hacer nuevos pedidos de buques; por tanto, la financiación de la construcción naval estará disponible para pedidos en los próximos cinco años o más.
China
China, el mayor constructor naval del mundo que además ha sufrido durante meses la crisis sanitaria y económica del virus, está ahora comenzando a reanudar su actividad de construcción naval. En este sentido, China State Shipbuilding Corp. (CSSC) aumentó sus ingresos en 718 millones de dólares (en torno a los 657 millones de euros) a principios del pasado mes de marzo mediante la venta de deuda a corto plazo con el fin de volver a poner en marcha su fondo de maniobra y continuar de nuevo con su trabajo.