¿Qué entendemos por innovación? ¿Es la innovación, en el sector pesquero, algo que pueda limitarse a avances en la tecnología? La innovación y el desarrollo tecnológico son dos conceptos diferenciados, aunque complementarios. Sin entrar en definiciones y digresiones académicas, que nos harían desviarnos del objetivo de este artículo, podemos considerarlos como sucesivos en el mismo proceso, que tiene como finalidad aportar soluciones inéditas en los procesos productivos de las empresas. Por consiguiente, emplearemos, para agilizar el texto, la palabra innovación en un sentido genérico que incorpore ambos conceptos.
Dentro de la política pesquera nacional, el apoyo a la innovación en las empresas del sector cuenta ya con un amplio recorrido. Por ello, un repaso a la trayectoria de este apoyo puede ser una buena base para mirar después hacia el futuro.
Fue en el año 2004 cuando se adoptaron las primeras iniciativas a este respecto. En aquella fecha, se publicó la primera Orden de ayudas a la innovación, como gesto de voluntad que inauguraba una nueva herramienta para mejorar la competitividad empresarial.
A esta orden, le siguió, de forma más reposada, la elaboración del primer plan estratégico de innovación que tenía como finalidad revelar los cuellos de botella que constreñían el desarrollo de la innovación en nuestro sector pesquero. Aunque es verdad que, anteriormente, en el Libro Blanco de la acuicultura española ya se había abordado con detenimiento las cuestiones relativas a la innovación en el sector acuícola.
Fruto de estos dos trabajos iniciales, se hizo evidente el principal obstáculo al acceso a la innovación: la falta de conciencia, por parte de los sectores pesqueros, de la necesidad de esta herramienta como motor que impulsase la competitividad de las empresas. Ello se debía a factores como el desconocimiento de la metodología para introducir la innovación en las propias empresas; la dificultad de acceder a una financiación adecuada; la falta de experiencia, etc.
Cabe decir, sin embargo, que ya existían empresas pioneras que estaban desarrollando una labor efectiva en este ámbito; pero prácticamente todas estaban situadas en el rango de las grandes empresas. El problema residía, por tanto, en las pymes de nuestro sector.
Proyectos
A partir de esta conclusión, se pusieron en marcha dos grandes proyectos, centrados inicialmente en facilitar el acceso a la innovación y en el desarrollo de una cultura que permitiera la apropiación de este concepto.
El primero de los proyectos fue el Observatorio Español de Acuicultura (OESA), que subsiste hoy en día, integrado en la Fundación Biodiversidad y con tareas más dirigidas a las cuestiones ambientales de la acuicultura. El segundo proyecto era la red de oficinas pesc@plus, que dejó de funcionar a finales de la primera década de este siglo; y, aunque no dispuso de tiempo suficiente para poder desarrollar su misión, constituyeron un ejemplo que dejó semilla en el desarrollo de la innovación del sector pesquero.
En un paso posterior, en 2007, y cuando el concepto de innovación comenzaba a ser asimilado en la práctica cotidiana de la gestión pesquera, desde la Secretaría General de Pesca se impulsó la creación de la Plataforma Tecnológica Española de la Pesca y la Acuicultura (PTEPA). La PTEPA agrupa a empresas del sector, asociaciones, instituciones tecnológicas y científicas, con el fin de diseñar las estrategias sectoriales de innovación, identificando las necesidades prioritarias. Los trabajos de esta plataforma sirven a la Secretaría General de Pesca para mejorar la definición de su política en este ámbito. Tras aparecer el Ministerio como fundador, pasó a ocupar el lugar de mero colaborador que le corresponde en este tipo de organizaciones cuando ya están consolidadas.
Tras un periodo de relativa tranquilidad administrativa, el año 2014 supuso un nuevo comienzo del impulso a la innovación. En el tiempo transcurrido, el sector pesquero ha desarrollado una importante actividad para incorporar la innovación en la práctica empresarial. Podemos comprobar cómo se han creado diversos centros tecnológicos desde el propio sector, y como la innovación forma ya parte del discurso en todos los subsectores de la cadena pesquera.
La orden de ayudas a la innovación se reformula para adaptarla a las nuevas realidades, y se desarrolla un nuevo Plan Estratégico de Innovación (PEI) 2014-2020 que incorpora un seguimiento de sus actuaciones en el que participa el propio sector pesquero y los agentes tecnológicos y científicos más relevantes. Este plan, a mitad de su camino, está siendo adaptado para incorporar las nuevas necesidades surgidas desde su aprobación.
Del mismo modo, la innovación se ha ido incorporando en otros ámbitos de la gestión pesquera. Desde 2013, el Congreso de Calidad de los Productos Pesqueros incluye la innovación como elemento clave en la política comercial pesquera. En 2016, el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca constituye un grupo temático que se encargará de realizar el seguimiento de la aportación del FEMP a la innovación del sector. Igualmente, se reformulan los tradicionales Planes Nacionales de Cultivos Marinos para incorporarlos a la financiación del FEMP en el ámbito de la innovación. Pero, sobre todo, se alcanza un acuerdo con CDTI para que este Organismo, con una amplísima experiencia en este campo, se constituya en organismo intermedio del FEMP gestionando, con fondos europeos de pesca y fondos propios, la innovación empresarial del sector pesquero.
Hasta aquí llega un resumen, no exhaustivo y que habrá olvidado alguna actuación, de lo hecho hasta ahora. Con este recorrido, ¿cómo nos podemos plantear el futuro de la innovación?
Parece evidente que una de las conclusiones que podemos extraer del periodo de crisis económica por el que hemos pasado es la necesidad de anticiparnos al futuro, sobre todo el económico, mediante estructuras empresariales más adaptativas al cambio; y esto solo puede suceder mediante una apuesta decidida por la innovación como herramienta de adaptación.
Debemos aprovechar la estabilidad económica para anticiparnos a ese futuro, ganando competitividad. Y la administración pesquera tiene que encabezar el impulso, y generar el marco institucional adecuado que permita a las empresas situarse en una posición favorable para aprovechar las ventajas que se nos están ofreciendo en este momento.
Con ese motivo, son tres las estrategias que desde la Secretaría General de Pesca estamos elaborando, de cara a canalizar las diversas iniciativas que se lleven a cabo: la estrategia de competitividad, la estrategia social y la estrategia de crecimiento azul. Las dejaremos esbozadas, simplemente, pero con el compromiso de desarrollarlas con más amplitud si suscitan el interés de los lectores de Ruta Pesquera.
Las dos primeras estrategias, competitividad (en fase de elaboración) y estrategia social (ya finalizada), son complementarias y deben entenderse con un sentido de unidad. Entendemos, desde la Secretaría General de Pesca, que no es posible fomentar la competitividad de las empresas sin la correspondiente contrapartida de un compromiso social por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector pesquero.
En la estrategia social, abordamos materias como la mejora de las condiciones del empleo; la lucha contra la elevada siniestralidad que existe en el sector pesquero, así como la salud de los trabajadores; el fomento a la formación, la equiparación de las condiciones entre mujeres y hombres; la cooperación internacional; y, el diálogo social. La innovación, como motor de transformación, está presente en esta estrategia siendo una herramienta relevante para abordar aspectos como los relativos a la seguridad y salud de los trabajadores y a la formación.
La estrategia de competitividad, por su parte, se basa en la recopilación de posibilidades de financiación al alcance del sector pesquero, y en el desarrollo de nuevos sistemas de financiación. Unas medidas financieras que se verán acompañadas de medidas de apoyo de gestión y estructurales.
Entre los elementos que estamos trabajando, destaca la creación de un instrumento financiero, que adquiriría la figura de un fondo de fondos en el marco del FEMP, gestionado por el Banco Europeo de Inversiones. Igualmente, pretendemos trabajar con Sepides, BEI en otras líneas diferentes del fondo, ICO, SAECA o la banca privada, que permitirán generar nuevas oportunidades de financiación.
Como tercera estrategia, encontramos la del crecimiento azul, recientemente finalizada. El crecimiento azul nace como una idea en el año 2012 y, por lo tanto, comparte las características de fluidez y capacidad de evolución propias de las ideas en germen; esto le permite ir incorporando distintas realidades y comenzar a conformarse como una estructura conceptual. Aunque la idea sigue en construcción y desarrollo, en los próximos años podremos ver avances considerables en sus propuestas.
Crecimiento azul
Pero, ¿qué es el crecimiento azul?. Constituye un importante esfuerzo de integración de políticas hasta el momento dispersas con el fin de lograr, al remitirlas bajo un mismo concepto, una mejor comprensión del impacto que, sobre un entorno geográfico determinado, pueden producir al confluir en el mismo. Esta comprensión producirá sinergias positivas entre los distintos agentes participantes, mejorará la capacidad de generar nuevas ideas y desarrollará importantes innovaciones.
Dicho de otra manera: como nos propone FAO, y con un enfoque pesquero, el crecimiento azul busca aprovechar en mayor medida el potencial de los océanos, los mares y las costas. Se trata de eliminar prácticas pesqueras perjudiciales y la sobrepesca, y al mismo tiempo incentivar enfoques que favorezcan el crecimiento, la conservación y la pesca sostenible. Aunque el crecimiento azul no se limita a la pesca sino que incluye cualquier actividad que pueda realizarse en los mares y costas, es también un buen principio para plantearnos la innovación en nuestro sector.