Una propuesta planteada por Chile y Argentina busca proteger a un pequeño crustáceo, parecido al camarón, que es crucial para preservar el ecosistema de la Antártida. Es el krill antártico, principal fuente de alimento para pingüinos o ballenas y víctima de los efectos de la pesca concentrada y del calentamiento global.
La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) ha considerado la propuesta presentada por las autoridades gubernamentales de ambos países en 2018, con la que se trata de proteger áreas críticas de la región y aliviar algunas de las presiones sobre la vida marina.
Según la organización no gubernamental The Pew Charitable Trusts, el proyecto chileno-argentino pide prohibir la pesca de krill en una zona que cubre los rangos de alimentación costeros de pingüinos y otros depredadores del krill en dos áreas biológicamente importantes de la península antártica: los estrechos de Bransfield y Gerlache.
También incluye una gran zona de no pesca permanente en el mar de Bellingshausen, que es un importante lugar de desove y cría del crustáceo (comercializado por su alto valor en proteínas y ácidos grasos omega 3), y exige la protección total de importantes hábitats de otras especies como la austromerluza, el draco rayado y el pez plateado.