El cultivo de microalgas como fuente de ácidos grasos polisaturados Omega-3 puede contribuir a evitar la sobrepesca al constituir una alternativa al aceite de pescado utilizado por la industria alimentaria. Los ácidos grasos de cadena larga Omega-3, EPA y DHA se incorporan a los alimentos al considerarse beneficiosos para la salud, pero en su casi totalidad proceden de la industrialización de distintas especies de pescado azul.
Así, la anchoveta (Engraulis ringens) es un pez que habita el sureste del Pacífico frente a las costas de Perú y Chile que se ha convertido en la principal materia prima de aceites y harinas con alto contenido en ácidos grasos que se obtienen por prensado. La empresa Neoalgae, con sede en Gijón y una de las pocas que se dedican al cultivo de microalgas en España, ha desarrollado un sistema para la extracción de ácidos grasos y otras sustancias antioxidantes destinadas a satisfacer la demanda del sector alimentario, fundamentalmente del lácteo, que es el mayor consumidor de Omega-3.
El desarrollo de estos procedimientos permitirá aumentar la producción y reducir costes, que en estos momentos superan a los de la industria pesquera, y competir con una actividad, la pesca, que “no es sostenible”, advierte el jefe ejecutivo de Neoalgae, Ignacio Albert de la Rosa. Por contra, la extracción de ácidos grasos del cultivo de microalgas “no solo es sostenible”sino que contribuye a la mejora del medio ambiente al reducir las emisiones de CO2, evita la sobrepesca y elimina el riesgo de ingestión de metales pesados. Albert de la Rosa añade que el desarrollo y crecimiento de este tipo de industria biológica requiere de un cambio en la normativa europea que permita competir en costes con los productos tradicionales.
El cultivo de microalgas en España comenzó hace ocho años impulsado por empresas energéticas como alternativa a los combustibles fósiles pero se ha ido desechando al comprobar que el litro producido triplicaba el precio del gasóleo. Actualmente esta experimentación ha quedado reducida con una sola empresa energética involucrada, mientras otras tres se dedican a los sectores de alimentación, cosmética y fertilizantes.
La empresa asturiana desarrolla además con financiación de las administraciones autonómica, estatal y europea, proyectos para optimizar el cultivo de microalgas
utilizando aguas residuales de explotaciones ganaderas. Se trata de hacer realidad el concepto de economía circular con el propósito de mejorar la eficiencia y reducir los efectos nocivos de la actividad humana en el medio ambiente, destaca Albert de la Rosa.
Los desechos de la actividad ganadera intensiva, los purines, son ricos en nitrógeno y fosfatos, que junto al CO2 son los principales nutrientes de las microalgas.
Técnicos de Neoalgae están experimentando el cultivo en este sustrato, aunque el proyecto está en una primera fase. Otra línea de investigación es recuperar el CO2 de las incineradoras de los vertederos, un sistema con el que se ha conseguido cultivar un nuevo tipo de microalga, del tipo de la chlorella, que podría ser utilizada en fertilizantes.