En Euskadi, somos conscientes de las limitaciones territoriales y tecnológicas de los diferentes tipos de energía y de su capacidad real para abastecer a un territorio pequeño pero altamente industrializado. Contamos con una industria intensiva en consumo de energía y pocos recursos energéticos propios. Por este motivo, la política industrial y energética del Gobierno Vasco se centra en fomentar un territorio más competitivo y sostenible, en transición hacia una paulatina desvinculación del petróleo centrado en el transporte y los usos energéticos.
En este tránsito hacia una sustitución de las fuentes energéticas convencionales por las energías renovables hay elementos pilares como son el gas natural, fuente más limpia que
sustituye a los derivados del petróleo y que reduce las emisiones. Asimismo, la apuesta por la mejora energética también persigue implementar tecnologías renovables maduras y la investigación de nuevas fuentes emergentes.
Sobre la base de las características específicas del tejido social y económico vasco, se han establecido tres ámbitos estratégicos en los que se pretende actuar: los sectores consumidores de energía, los mercados energéticos y el desarrollo industrial y tecnológico. Estas serán las principales áreas prioritarias de actuación del Gobierno Vasco durante el próximo decenio.
En este sentido, la estrategia energética vasca (el “3E2030”) tiene como objetivo una contribución del 15% de energías renovables a la producción energética en Euskadi en el año 2030. Para alcanzar este objetivo, estamos trabajando en la implementación de energía eólica, solar, biomasa, geotérmica y marina. Teniendo en cuenta las mencionadas limitaciones territoriales para las instalaciones terrestres, el mar se presenta como un nuevo horizonte de futuro en el ámbito energético renovable, compatible además con los sectores que tradicionalmente ya trabajan en el medio marino. Además, resulta un interesante nicho con potencial de crecimiento para la industria energética y naval vasca.
En el ámbito de la energía marina, dadas las características específicas de la costa vasca, las fuentes disponibles de forma realista son la energía de las olas y la energía eólica flotante en alta mar. Euskadi cuenta con un importante músculo industrial para el desarrollo de estas fuentes energéticas, y en materia de energía marina, empresas de desarrollo tecnológico, astilleros y el sector marino ya trabajan conjuntamente para posicionarse en una situación de liderazgo.
Según un estudio realizado por el Ente Vasco de la Energía, y teniendo en cuenta la tecnología actual disponible, el País Vasco tiene un potencial estimado de energía de las olas de 2.000 GWh/año a lo largo de sus 150 kilómetros de costa. Por este motivo, y con el objetivo de crear a futuro un nuevo sector energético e industrial, se ha promovido la puesta en marcha de dos instalaciones de energía de las olas: la planta de olas de Mutriku y la infraestructura de investigación BiMEP.
Mutriku, investigación y producción energética
La planta de energía de las olas de Mutriku es un referente en el sector de la energía de las olas. Es una planta comercial única, ya que desde su inauguración en el año 2011 produce energía de forma continua que vierte a la red general de distribución. Así, en 2015 alcanzó un record mundial de producción de 1 GW generado mediante la energía de las olas. Un hito, que aunque modesto frente a tecnologías renovables ya maduras, nunca se había alcanzado con las olas del mar, y es el inicio de un recorrido de crecimiento y mejora tecnológica.
Esta planta tiene un carácter demostrativo de la viabilidad de la tecnología marina. Su nombre coincide con el municipio de mismo nombre situado en Gipuzkoa donde se encuentra ubicada. La instalación se realizó aprovechando las obras de construcción de un nuevo dique de abrigo levantado para proteger el puerto de la localidad de los embates del mar. Así, dentro del espigón de abrigo, 100 metros lineales corresponden a la sala de máquinas donde se encuentran las 16 cámara-turbinas de tecnología OWC (columna de agua oscilante), que aprovecha las olas del mar para comprimir aire, turbinarlo y producir electricidad. Realmente, el agua nunca toca las turbinas, sino que es aire lo que se mueve. La potencia instalada es de 296 kW, aunque su verdadero potencial no es tanto la producción anual vertida a la red -modesta en comparación con tecnologías maduras como la eólica- sino su capacidad para generar nuevas propuestas y mejoras tecnológicas que hagan avanzar el aprovechamiento energético de las olas.
Mutriku acoge numerosos proyectos de I+D para la prueba de mejoras tecnológicas, tanto en las propias turbinas de aire y generadores eléctricos, como en materia de sistemas de control predictivos, que utilizan parámetros de las condiciones marinas y de las olas para mejorar la eficiencia y el rendimiento de las turbinas. Así, la planta de Mutriku acoge a día de hoy importantes proyectos europeos de desarrollo tecnológico para su prueba y testeo cerca de la costa.
BiMEP, Biscay Marine EnergyPlatform
Aun así, el verdadero potencial energético de las olas está en alta mar. Es donde las olas cuentan con todo su potencial, por lo que el reto es lograr la tecnología que pueda aprovecharlo de forma eficiente y con unos costes de explotación asumibles. Con este objetivo se creó el BiMEP, la infraestructura de ensayo ubicada en mar abierto para la prueba de dispositivos en aguas profundas y muy profundas.
Ubicado frente a la costa de Bizkaia, BiMEP ofrece unos recursos técnicos y unas condiciones marinas óptimas para instalar y probar tecnologías energéticas flotantes en condiciones reales, con profundidades que varían de 50 a los 100 metros. Cuenta con una potencia instalada de 20 MW, mediante 4 cables submarinos de 5 MW cada uno que conectan con la costa y la red eléctrica general.
Esta apuesta por el desarrollo y la innovación tecnológicas representan el nuevo horizonte en el que trabaja el Ente Vasco de la Energía, la oficina energética del Gobierno Vasco, para situar al mar como una fuente más de energía que haga posible avanzar en la transición energética hacia una sociedad menos dependiente de los recursos fósiles.