El “Brexit”, es decir, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, es un asunto que ocupa y preocupa al sector pesquero europeo. Hay mucho en juego, por lo que es imprescindible que durante la negociación la pesca sea considerada como un asunto prioritario por los negociadores de la UE. Ya sabemos que para los británicos así será. Por este motivo, con el fin de defender lo mejor posible al sector pesquero europeo y de facilitar a los negociadores de la UE toda la información posible que les permita estar bien preparados para la dura negociación que les espera, hemos creado la Alianza de Pesca Europea (EUFA), una coalición de organizaciones nacionales de pesca de los nueve países más impactados por el Brexit: Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Irlanda, Países Bajos, Polonia y Suecia. Entre todos, representamos a más de 18.000 pescadores y 3.500 barcos afectados directamente por el Brexit.
¿Y por qué es importante? ¿Qué está en juego?
No podemos olvidar que hoy en día, y desde hace siglos, existe una interdependencia socioeconómica muy importante para las comunidades costeras dependientes de la pesca. Llevamos cientos de años compartiendo caladeros de pesca. Hemos sido testigos de cómo han ido evolucionando las “aguas nacionales”, pasando de las 3 a las 6 y, posteriormente, a las 12 millas. En 1977 la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de las aguas de la Comunidad Europea pasaron de las 12 a las 200 millas. De hecho, las flotas de pesca de los Estados miembros han tenido siempre acceso libre a las aguas del RU por fuera de las 12 millas. Por ello, el Brexit podría suponer un cambio histórico en las condiciones de acceso de la flota de la UE a las aguas británicas.
Por lo que se refiere a las cifras, es importante señalar que el 20% de los desembarcos del RU en volumen proceden de capturas realizadas por sus buques fuera de su ZEE, de las cuales el 17 % se realizan en las ZEE del resto de Estados miembros de la UE. Así mismo, las capturas realizadas fuera de la ZEE del RU representan el 20 % del valor total de sus desembarques. En cambio, en el año 2015, la flota del resto de Estados miembros de la UE operando en las aguas del Atlántico Nordeste realizaron el 33,7 % de sus capturas, que representaron el 25,4 % de su valor, en la ZEE del RU. Esto quiere decir que la UE es más dependiente del acceso a las aguas del RU que viceversa, aunque existen muchas diferencias entre la dependencia de los distintos Estados miembros. Así mismo, existe una gran diferencia con respecto a las zonas de pesca; es mayor la dependencia de las aguas del Mar del Norte, del Oeste de Escocia y del Canal de la Mancha.
¿Qué piden los pescadores británicos? Todo. Es decir, acceso exclusivo a sus aguas, más cuotas de pesca, menos medidas técnicas y más libertad en sus operaciones de pesca.
¿Y qué respondemos nosotros? Que existen más de 100 poblaciones de peces compartidas entre el RU y el resto de países de la UE; que en 1983 se establecieron las claves de reparto de las posibilidades de pesca, después de 6 años de negociaciones entre los Estados miembros y que se basaron en las capturas históricas de los años 1973 a 1978. Teniendo en cuenta que el RU entró en 1973 en la entonces Comunidad Económica Europea, está claro que ellos participaron desde el principio en dicha negociación. Pero no solo eso, sino que, además, se les dio un trato preferente a través de las “Preferencias de la Haya” con el fin de compensar la pérdida de acceso por la extensión de las ZEE a 200 millas (a diferencia de lo que ocurrió con España, donde claramente salimos mal parados con relación a las claves de reparto). Por tanto, en nuestra opinión, no tiene ninguna base y justificación la reclamación de más cuotas por parte de los pescadores británicos. ¿Y qué pasaría si lo consiguen? Que afectaría a la gestión conjunta, que tendrían que establecer cuotas unilaterales, que tendrían unas capturas superiores a las recomendadas por los científicos, que provocaría sobrexplotación de los recursos y que, por lo tanto, habría menos poblaciones y menos capturas para todos. Es decir, un desastre desde el punto de vista medioambiental, social y económico.
¿Y qué consecuencias socioeconómicas puede tener? A corto plazo, estimamos que se podría perder el 50 % de los beneficios netos de la flota afectada y un 15 % de reducción de los salarios para las tripulaciones. A largo plazo, desaparecerían entre 500 y 600 buques de la UE, se perderían entre 2.500 y 3.000 empleos directos y entre 5.100 y 6.100 empleos en toda la cadena comercial.
Por último, teniendo en cuenta que los británicos tienen una gran dependencia del mercado de la UE, puesto que el 68,4 % de sus capturas las venden en nuestros mercados, principalmente en el español, es importante que los negociadores de la UE lo tengan presente y que defiendan el acceso recíproco a las aguas y al mercado, para conseguir un acuerdo beneficioso para todas las partes.
En fin, quedan por delante meses duros de negociación, primero para completar el “divorcio” y, luego, para establecer cómo serán las nuevas relaciones entre la UE y el RU. Ojalá todo salga bien y nuestros pescadores puedan seguir pescando con normalidad de forma sostenible.