La acuicultura viene siendo considerada desde hace tiempo como una actividad económica emergente. Su desarrollo moderno tiene su base en los años ochenta del pasado siglo, en base a la Ley de Cultivos Marinos, al potenciarse los cultivos de peces y consolidarse el sistema de organización de los polígonos de bateas de mejillón dentro de las rías. Diversas iniciativas han ido modelando el crecimiento continuo, a la vez que se asentaban nuevas dinámicas de especialización tanto productiva como de planificación espacial y de selección de emplazamientos.
Las distintas apuestas en el campo del respeto a los aspectos medioambientales; en lo relativo a la potenciación de las tecnologías, al fomento de los planes de reproducción, al aprovechamiento de los residuos, al análisis de la implantación de nuevas especies, a la adaptación al cambio climático, entre otras, han hecho de la acuicultura un nuevo desafío para el concepto de imagen de marca de la comunidad gallega.
La acuicultura presenta en Galicia una serie de singularidades propias. Está implantada en la mayor parte del litoral, constituyendo una actividad generadora de empleos y de rentas de carácter simbiótica o complementaria de las actividades principales. Es de carácter mayoritariamente individual o familiar que se combina con la presencia de un número muy reducido de empresas con alto nivel tecnológico y con sofisticados procesos de producción. Esta ambivalencia es una de las notas singulares básicas, pues contribuye a delimitar las producciones y definir las especializaciones.
Los cultivos marinos muestran, en consecuencia, tres tipos de orientaciones productivas. La primera, es la derivada de la extracción de bivalvos, desarrolladas en habitats tradicionales, predominantemente yacimientos naturales con procesos de trabajo basados en la tradición y con escasa incorporación tecnológica, entre los que destacan las producciones de almejas, berberechos, ostras, navajas, longueirón y volandeiras. La segunda es la correspondiente al cultivo del mejillón en bateas, organizada en polígonos de cultivo en torno a las rías de Arousa, Pontevedra, Vigo, Muros y Sada, con especial especialización a los cultivos de mejillón y ostra. Y la tercera, es la presencia de empresas y establecimientos de cultivos de peces, entre los que destacan las producciones de rodaballo, lenguado, corvina, besugo y salmón.
Cinco son las características a resaltar a lo largo de los últimos cinco años. La primera nota es que la especialización productiva apenas ha sufrido modificaciones en lo concerniente a la estructura y a los niveles de ponderación. Sobresale el fuerte peso de los bivalvos; y en especial de la producción de mejillón que alcanza en el año 2015, el récord del último decenio, con 267.220 Tns, También la producción de almejas (la suma de almeja fina, babosa y japónica) con 1.730 Tns, constituye una relevante aportación a la producción total en 2015. Los bivalvos representan, en 2015, en torno al 97% del total de la producción acuícola. Las algas, por su parte, asumen en los dos últimos años un rol significativo atendiendo más a la oferta aportada al campo nutricional que a los propios niveles de producción (cifrada en torno a 2 Tns).
En lo que concierne a la producción de peces cultivados, la especialización gallega subraya ostensibles diferencias. Destaca la supremacía del rodaballo, con 7.345 Tns en 2015; seguido a continuación de los cultivos de lenguado (con 356 Tns), del besugo (con 104 Tns) y del salmón (con 7,7 Tns). Dichos cultivos experimentan variaciones escasamente relevantes en el caso del rodaballo, pues los niveles de producción se mantienen bastante estabilizados desde el año 2010; ya que registraron los menores niveles en 2011, con 6.044 Tns; y los mayores registros se anotaron en el 2014, cuando se contabilizaron 7.784 Tns.
Los casos del lenguado y del besugo son distintos. Las fases de crecimiento del lenguado a partir del 2012 son muy relevantes; se ha multiplicado su producción por 2,4 veces desde 2010. Por el contrario, el besugo reduce su participación productiva, al ver disminuido sus aportes en 2,1 veces desde 2010, al pasar de 214 Tns en dicho año, a 104 Tns anotadas en 2015.
La segunda nota es el reforzamiento de la exclusividad, expresado tanto en las manifestaciones de las tendencias que robustecen los criterios de las posibilidades de pesca/extracción/captura por parte de los individuos, asociaciones y empresas; como en el reforzamiento de los procesos de extracción/cultivo de cara a estrechar los vínculos territoriales con las actividades productivas. Es decir, se aprecia una clara definición y una apuesta nítida en torno a los posibles emplazamientos territoriales y a los grados de atribuciones individuales aplicados a las organizaciones, agrupaciones o empresas. Estos desarrollos han permitido “especializar” lugares, como “proteger” espacios, o “singularizar” zonas para el potenciamiento acuícola.
En tercer lugar, destacamos el afianzamiento de los derechos de los productores, al empoderar no solo los derechos de acceso y de extracción, sino los mecanismos formales que garantizan dicha exclusividad, por medio de las renovaciones de las autorizaciones/permisos para periodos de medio plazo. Dichas medidas suponen la continuidad del modelo, permitiendo hablar de una path-dependence muy acusada; y, por lo tanto, de una mayor renuencia a cambios radicales y más innovadores.
En cuarto término destaca la orientación de la producción hacia el consumo doméstico y el efectuado fuera de los hogares (canal HORECA). La imagen de marca caracterizada históricamente, por los productos marisqueros y acuícolas gallegos, por su amplia y diversificada oferta y con precios asequibles, han configurado una variada gama de productos, por los que el mercado puja tanto de una manera regular como estacional. Ello ha contribuido a resaltar un alto consumo y una identidad territorial fuera de toda duda
Finalmente, la quinta nota es aquella que hace referencia a la competividad de la actividad. A lo largo de los últimos años se aprecia una mejoría notable de la competividad, expresada tanto en la corrección de los gastos y costes de explotación, como de una mejoría tecnológica en los campos de la producción y del cultivo, así como de una mejor optimización en lo que hace referencia a la presencia diferenciada en mercados (aprovechando las denominaciones de origen y los certificados de identidad geográficos) y en lo tocante a los procesos de valorización de los productos. La prueba más evidente de esta dinámica se refleja en el hecho de poner de manifiesto que la productividad acuícola es superior a la de la pesca artesanal.
Sin embargo, a pesar de estos rasgos que permitirían vislumbrar un desarrollo potencial positivo de la actividad acuícola para los próximos años, se deben considerar algunos aspectos que contribuyen a deteriorar las tendencias emprendidas y a modificar ciertas bases y mecanismos de participación y de gobernanza. Me refiero al intento de la Consellería de Pesca de “imponer“ una nueva Ley de Acuicultura, en contra de la opinión de gran parte del sector mejillonero y de los principales agentes productivos y económicos; y que, a juicio de los estudiosos económicos, de no tener en consideración, ni considerar oportuno, resaltar las oportunidades de presencial comercial de ciertas especies en los nichos de mercados globales.
En relación al primer apartado, la razón de la protesta y la negativa a aceptar una nueva Ley, es que no está clara la apuesta a favor de proteger los espacios naturales y paisajísticos de Galicia, al querer utilizar ciertos espacios catalogados comunitariamente dentro de los programas NATURA como emplazamientos acuícolas. Y en relación al segundo apartado, apenas se fomentan y se promocionan desarrollos tecnológicos que permitan estar presentes en nuevos mercados internacionales y en concreto cubrir la demanda existente, para aquellos productos que son comoditties mundiales.
Finalmente, los desarrollos acuícolas en Galicia ponen de relieve un hecho muy ostensible. Me refiero a la no concordancia, ni al aprovechamiento pleno de las relaciones entre el campo de la investigación y la especialización y desarrollos empresariales. Esta constatado que son numerosos los investigadores dedicados a este campo, en donde destacan por sus aportaciones técnicas y soluciones industriales. Pero, al mismo tiempo, son muy escasas, hasta el momento, las inter-acciones con el mundo empresarial y organizativo. A pesar de los planteamientos ampulosos instigados gubernamentalmente, como los Clusters de Acuicultura o Plataformas Tecnológicas, no es menos cierto que el papel de Galicia en este campo no ha despegado de manera exponencial y todavía queda una gran brecha entre el desarrollo actual y los desarrollos potenciales.