Estamos viviendo un momento difícil en la pesca y concretamente en la de bajura por diversos motivos, donde no cabe duda que el cambio climático, la situación de nuestros océanos, determinadas prácticas de pesca ilegales, etc., juegan un papel muy importante en nuestros recursos pesqueros. Pero no podemos olvidar que también existe un fenómeno natural que está haciendo cambiar de manera drástica los comportamientos de las distintas especies y si cada uno de nosotros nos pusiésemos a profundizar, determinaríamos que una vez más la mano del ser humano está detrás de todo ello por acción u omisión.
Las pesquerías en general sufren una delicada situación debido a diversos factores, y no son pocas las voces que ponen de manifiesto que ante esta situación hay que tomar medidas, y que además esas medidas no pueden ser igual para todas las zonas, pues las peculiaridades de cada una son diferentes, de hecho no podemos tomar las mismas medidas en el golfo de León que en el entorno de cabo de Gata, ni tampoco en el golfo de Vizcaya o Galicia que en el estrecho de Gibraltar.
En un informe publicado hace un año por la FAO, que analiza los resultados de la pesca mundial cada dos años, manifestó: “La pesca y la acuicultura siguen siendo importantes fuentes de alimentos, nutrición, ingresos y medios de vida para cientos de millones de personas en todo el mundo”, “Los últimos informes elaborados por expertos de alto nivel, organizaciones internacionales, la industria y representantes de la sociedad civil coinciden en destacar el enorme potencial (que será incluso mayor en el futuro) que tienen los océanos y las aguas continentales de contribuir de forma destacada a la seguridad alimentaria y la nutrición adecuada de una población mundial que se prevé alcance los 9.700 millones de habitantes en 2050”, “El estado de las poblaciones de peces marinos en el mundo no ha mejorado: un alarmante 31,4 % de las poblaciones de peces están sobreexplotadas, el 58,1 % están plenamente explotadas y sólo el 10,5 % de las poblaciones de peces están infra explotadas”.
Ante esto el representante de WWF España, Raúl García manifestaba: “La lucha contra la sobrepesca no ha tenido todavía el suficiente impacto en los océanos. La tendencia de leve recuperación de los últimos años se ha desvanecido. La sobreexplotación pesquera representa una amenaza para la seguridad alimentaria de las personas en los países en vías de desarrollo y emergentes. La salud del océano está en riesgo y son aún pocos los casos de éxito”.
Si nos damos una vuelta por nuestros puertos podemos oír muchas opiniones al respecto, como éstas que he tomado entre pescadores del entorno del estrecho de Gibraltar, ámbito en el que puedo moverme con cierta facilidad. Manuel nos decía en el puerto de Tarifa: “Esto está cada vez peor, porque además de ver pocos voraces, las medidas muy por encima de las que teníamos nos han matado, todos los esfuerzos durante años es como si no hubiesen servido, los atunes están que se salen de la mar y encima no podemos pescarlos, y están todo el año, al final una ruina”.
Antonio de Barbate nos comentaba que: “No sé si será el cambio climático, si serán otros motivos, pero la pesca no es la misma, las exigencias a los pescadores son cada día más y nos miran como si nuestras empresas que son tan chicas, fueran grandes empresas, todo el mundo tiene derecho a pescar pero los que tenemos los obstáculos somos los pescadores”. Eduardo de Conil nos dice: “No es normal lo que pasa, estoy seguro que los voraces han sido desplazados por los atunes de la zona del Estrecho y hasta los sables vemos que no están como antes; pero hay una novedad con respecto a no hace mucho y es que ahora no son los “negros” sino los delfines los que están comiéndose los pescados cuando vamos levantando el palangre y no son pocas las veces que nos encontramos solo con las cabezas. No sabemos qué vamos a hacer”.
En definitiva estamos ante una situación muy peculiar que se diferencia de otras zonas, porque tal como dice la directora general de Pesca de Andalucía: “la zona del Estrecho es muy particular, y no es ni golfo de Cádiz ni Mediterráneo sino un caladero diferenciado”. Ante este tema y fijándonos solo en un área como ésta, deberíamos comenzar por analizar todos los parámetros, pues en una pesquería como la del voraz tan especifica, comprobamos como desde esta parte del litoral gaditano, hemos tomado muchas medidas a lo largo de los últimos 25 años con la creación incluso de un arte específico: “la voracera”, y se ha procedido a la reducción del censo de embarcaciones autorizadas, y otras como el aumento del anzuelo y los topes de captura, etc., pero aun así, nuestra flota de Algeciras, Tarifa, Barbate y Conil no es la única que pesca voraz.
El estrecho de Gibraltar por su posición estratégica requiere de una atención especial, de unos estudios concretos, de un tratamiento diferenciado; pues es un espacio físico pequeño donde opera una flota muy importante del sur de España y del norte de Marruecos; por ello esta realidad debe llevarnos obligatoriamente a plantear los temas para su acción y toma de medidas por ambas flotas, la cooperación en esta materia es desde todos los puntos de vista una obligación a la que todos estamos llamados: administraciones, organismos científicos, organizaciones pesqueras y desde luego los propios pescadores de una y otra orilla.
Debemos concluir que la pesca necesita urgentemente adoptar medidas; pero ante tanta globalidad sería preciso ir adoptándolas según zonas o regiones de pesca, y así lograr el efecto que deseamos. No estaría mal que iniciásemos urgentemente las acciones necesarias para un área tan reducida como la referida del estrecho del Gibraltar.